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Entran al mundo como si fueran los dueños de él, y quejándose a todo pulmón de la temperatura en la sala de partos. Cuando comienzan a caminar, sus mayores placeres incluyen pintar la alfombra con el maquillaje de mamá y tratar de pasar al gato por el inodoro. Cuando llegan a la adolescencia, son irritables, obstinados y parecen estar empeñados en desafiar todas las formas de autoridad. A pesar de todo el desafio que representa criar a un hijo de voluntad firme, estos niños pueden llegar a ser hombres y mujeres de carácter fuerte., si se les guía con amor, compresión y la disciplina adecuada.
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