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Vivimos contestando interminables mensajes de correo electrónico, llamadas telefónicas, mensajes de texto. Ruido. Charlas. Trafico. Multitudes. Políticos. La radio. Las cuentas. La televisión. Preocupaciones. Responsabilidades. Caminos sin salida. Tareas que no se terminan nunca. Las heridas en nuestras relaciones.
La mayoría de estas cosas no se pueden evitar, y de todas formas esta no sería realmente la solución. Lo que debemos hacer es proteger nuestra parte más importante, la parte profunda del alma que nos conecta con el Creador.
¿Cuál es el secreto para lograr una renovación constante?
Tendrá relación directa con lo que haga con La Palabra de Dios.
Disponible para reserva